
Quien ha ido a un campamento de verano alguna vez, seguro que vivió experiencias inolvidables. Quizás éste sea el motivo por el que cada año sean más las familias que deciden llevar a sus hijos a un campamento.
Existen campamentos deportivos, de multi-aventuras, de idiomas, en la montaña, en playa o en el campo. Pero, lo que desean los padres es que su hijo se divierta, aprenda a relacionarse, comparta actividades, gane autonomía y, sobre todo, viva nuevas y enriquecedoras experiencias.
Para los niños, la experiencia es siempre gratificante. Aprenderán a ser más tolerantes, a convivir con personas que no son de su entorno, harán nuevos amigos, compartirán cabaña (dormitorio), juegos, actividades y participarán en la toma de algunas decisiones.
Generalmente, los niños disfrutan a tope de la experiencia. En el campamento, los niños se verán libres de los deberes escolares, de las obligaciones domésticas, de la mirada vigilante de sus padres y experimentarán una sensación de libertad y responsabilidad que sólo se puede vivir fuera de casa.
Los campamentos de verano brindan experiencias únicas para su educación cognitiva, social y afectiva. Los campamentos son dirigidos, planificados y orientados por un cuerpo docente responsable, entre directores, instructores, auxiliares, cuerpo medico, cocina y personal de mantenimiento que trabaja en equipo para garantizar la armonía, la sana convivencia, la alegría y el bienestar de todos.
El objetivo de los campamentos es que los niños aprendan, se diviertan y lleven toda la experiencia adquirida a su vida cotidiana.
Durante los 9 o 14 días que un niño esté en un campamento, tendrá la oportunidad de aprender a:
- Vivir en cooperación
- Socializarse e integrarse
- Mejorar la comunicación
- Expresarse
- Convivir
- Trabajar en grupo
- Experimentar la libertad
- Crear y participar
Fuente: www.guiainfantil.com